EL TEATRO: Quizá, junto a los Juegos Olímpicos, sea la única afición pública de la Antigüedad que ha llegado casi íntegra hasta nuestros días.
Roma, desde que conquistó Grecia y asimiló como suyo el extraordinario legado cultural de ésta, comenzó a valorar el teatro como una forma natural de expresión ciudadana, una manera de liberarse temporalmente del penoso día a día con las vicisitudes o banalidades de un grupo de actores dispuestos a distraer al público con sus acusadas declamaciones, nada valoradas, por cierto; actor era una de las profesiones más denigrantes de la época…
En un principio, las representaciones teatrales eran solo eventuales, enmarcadas dentro de alguna festividad u homenaje sin tener edificios dedicados para las mismas; Eran sufragadas por el cargo político de turno para amansar a la plebe y tenían lugar en recintos de madera que se desmontaban después de las funciones. Pero no por ser temporales aquellos entarimados eran menos vistosos; se sabe que alguno de ellos también se revistió de buenas columnas, estatuaria y materiales nobles.
Básicamente, la estructura de edificio era esta:
- La escena, o scenae frons, generalmente compuesta por dos pisos de columnas y estatuaria. Ante ella estaba el proscenium, el lugar más elevado donde tenía lugar la representación teatral.
- Orchestra, o platea, núcleo central de la circunferencia alrededor del proscenio reservada a personalidades. Allí se ubicaba el altar.
- Cavea, el graderío del teatro, partido a su vez por los pasillos de acceso (aditus) y cuyos acomodamientos concéntricos estaban reservados para los diferentes estamentos sociales (Inma, media y summa cavea para la aristocracia, plebe y forasteros y mujeres sin pareja y esclavos respectivamente) Una gran lona de franela movida por cordajes y poleas podía cubrir la grada para aliviar los efectos del sol a los espectadores.
- Vomitoria, las entradas a la cavea desde el exterior.
Los actores. Salvo excepciones, fueron solo hombres quienes interpretaban todos los papeles, fuesen masculinos o femeninos, su trabajo no estaba bien visto por parte de la población. Maestros, pantomimos y actores conformaban el estrato social menos valorado.
Ya desde la antigua Grecia, la buena acústica de los teatros, quizá potenciada después gracias a las magistrales proporciones de Vitrubio, favorecía que se escuchasen sus declamaciones desde cualquier rincón del recinto, pero resultaba más complicado poder ver con claridad los gestos de los actores. Por ello se hicieron tan populares las máscaras.
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